Cuando a una persona se le despide de la Corporación literalmente se le expulsa. Lo primero es cancelar sus cuentas de correo, su conexión a la red, se le confiscan todas sus interfases con la Corporación. Se le rechaza como hace un organismo segregando agentes patógenos, e incluso se procuran los mecanismos para que el expulsado tenga cierta "muerte" fuera del corporativo y de esta manera evitar que se filtre hacia afuera alguna información del funcionamiento interno. Muchas veces, el comportamiento de sus excompañeros de trabajo llega a ser hasta hostil, y en casos extremos, el expulsado pierde razón de su existencia fuera dela Corporación y se suicida.
La gente que está incorporada observa la realidad y la pulsa a través de la Corporación. Imperceptiblmente los empleados van conviertiéndose en abejas de un gran panal que los protege del exterior a cambio de entregar su energía y función a la Corporación. El fenómeno no es nuevo, así funcionan los pequeños cacicazgos, los grupos religiosos, las naciones-estado, incluso hasta nuestras propias familias. La novedad que reside en la Corporación es que por primera vez en la historia se perfila una organización cuya interdependencia con la tecnología puede hacer que sus decisiones despeguen más allá de los elementos que la conforman. Hasta ahora no se ha dado el caso, pero en algún momento, el corporativo puede expulsar a sus accionistas mayoritarios si éstos deciden atentar contra la Corporación, como si la Corporación misma contara con algún mecanismo de defensa o sistema inmunológico propio. La Corporación es un organismo artificial creado por el hombre mismo para ser parte de él.


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