Blogueo mi reflexión:
Este año nuevo tuve un altercado con mis hermanos. Les dije que el año pasado le dije a mi sobrina que los Reyes Magos no existen. La lleve al super y le expliqué que celebrando el nacimiento de Cristo se les regalan juguetres a los niños, y que yo tenía una cantidad de dinero determinada y que pactaríamos el regalo que le gustara si me alcanzaba. Y así lo hicimos. Hasta la fecha ella está feliz con su muñeca, aún la conserva y se acuerda que su tío la compró con ella. Le dije que los Reyes no existen y que tampoco Santa Clós... y cuando crezca le diré que Dios tampoco existe. O al menos le dije que para mí, no existían.
Creo que esa madre de los Reyes es el fundamento pedagógico de nuestra corrupción.
Cuando era niño, veía la tele, y pedía juguetes caros, yo quería una pista Scalextric y una Vagabundo como las que salían con Chabelo. Claro que lo que me traían era una pelota y unos calzones Rinbros... y una loción de Micky Mouse que vendía Stanhome. Y en la escuela, al ojete que se porta mal y que es un gandallita le traían su Kid Acero con todo y su Karzac. Cuando uno pasaba la queja a los papás, que nos dicen que solo le traen juguetes a los que se portan bien, no te salen con ninguna explicación convincente.
Lección número 1.
La vida no es justa.
Y no hay explicación plausible ni manera de componer el asunto.
La vida no es justa.
Y no hay explicación plausible ni manera de componer el asunto.
Pero desde luego uno no se queda ahí y busca una explicación, y te la dan los amiguitos insomnes: Los reyes no existen, son los papás. Y eso es natural, siempre existe el amiguito que con la emoción de los juguetes no duerme y detecta cuando los papás se levantan por la noche, sacan los juguetes ocultos y luego los colocan al pie del arbolito. Eso si alguien no vió ya los juguetes en el clóset antes de navidad y/o reyes. Desde luego, ningún padre admitirá algo así frente a sus hijos, es decir, ya talegones y grandotes se nos ha olvidado quién nos dijo que los reyes no existen y pretendemos que nuestros hijos sean tan imbéciles como nosotros mismos nunca lo fuimos. Cuando uno descubre el garlito no culpa a los padres por mentir, ni mucho menos. Simplemente uno asume la mentira como algo natural.
Lección número 2.
Los papás mienten.
Es decir, nuestras autoridades mienten y encima sabemos que ellos creen que no nos damos cuenta y al final ellos hacen como que dicen la verdad y nosotros hacemos como que les creemos. Pero cuando llegas con mamá y le dices, en un arranque de honestidad y franqueza, que ya sabes quiénes son los Reyes Magos, ella te dice con toda la calma del mundo: "entonces ya no te traerán nada". En mi caso, apliqué una broma que me recomendaron hacer mis propios amiguitos de la escuela:
-¡Mamá, mamá, ya sé quiénes son los Reyes Magos!
-Entonces ya no te van a traer nada.
-... ¡son Melchor, Gaspar y Baltazar!
-¡Ah... pues sí!
Lección número 3.
Para seguir recibiendo "regalitos" hay que seguir sosteniendo la mentira.
Para seguir recibiendo "regalitos" hay que seguir sosteniendo la mentira.
Y así va nuestro país. Con una educación así ¿cómo chingaos queremos que las autoridades no mientan y que la gente haga como que no pasa nada con tal de que no les quiten la torta y la matraca?
Y no me arrepiento de haberle planteado las cosas así a mi sobrina. Mi hermano estaba rasgandose las vestiduras porque no tenía para regalarle nada a mi sobrina el 6 de enero, y ella misma le pidió que le diera lo que pudiera comprarle. Es decir: ahora ella participa de los problemas en casa.
¿De veras sirven las mentiras piadosas?
¿De veras sirve de algo mantener una "ilusión"?
¿De veras sirve de algo mantener una "ilusión"?
La última vez que platiqué con mi sobrina ya se le había olvidado la revelación que le dí. Y conjeturo que pasó una de dos cosas:
1. A mi sobrina le vale madre el asunto.
2. Ya entró en la etapa de complicidad con la mentira piadosa.
En lo personal, creo que costumbres como el Día de Reyes o Santa Clós son las maneras como se nos educa y se nos prepara para asumir con total normalidad una sociedad propensa al autoengaño, que gusta de las mentiras piadosas alejándose de la participación social y la objetividad en el pensamiento. Es decir: el cultivo de la ignorancia: el basamento de la corrupción.
En lo personal solo me tragué la mentira hasta el segundo de primaria, porque entonces además de mí, muchos de mis compañeritos de escuela vivíamos en casas donde las familias dormían juntas en el mismo cuarto. Todos en segundo de primaria ya sabíamos que nuestros papás cogían y que consecuentemente tenían hijos, todos jugando jugando ya sabíamos que existe una relación entre el amor erótico y la procreación, desde luego muy mal informados, pues a pesar de saberlo todo no había nadie que corrigiera las falsas concepciones.
Diálogo de segundo de primaria:
-¿Ya viste que el Cris tiene novia?
-Sí, ya se besan en el baño. Están ahí todo el tiempo.
-No mames, van a tener mil hijos. A ella le va a quedar el culo todo colorado.
-¡El culo!... no seas pendejo: los hijos salen por la panocha.
El pendejeado fuí yo, por cierto, y el pendejeante era un amiguito al que le decíamos El Chile. Otro diálogo, esa vez manoséandome con las hijas de un vecino. Ellas tendrían, la más grande unos 13 años y la más chica unos 10 o 9, como yo. Jugábamos a coger: ellas se bajaban los calzoncitos y yo les ponía el pizarrín entre las nalgas. Era todo, no había más, de pronto la más chica rompió a llorar y la más grande la reprendió:
-¿Qué te pasa, por qué lloras?
-¡Es que voy a tener un hijo!
-¡No seas pendeja, es hasta los nueve meses!
Y eso que a la más grande ya le habían dado educación sexual en sexto de primaria. Los maestros de primaria también están en la calle, uno de los maestros en mi escuela decía que las mujeres se pueden embarazar con el semen derramado sobre la ropa o en las albercas...
Y yo me pregunto, en ambientes así: ¿se pueden sostener las mentiras piadosas? Las mentiras del tamaño de El Día de Reyes se sostienen en casas donde cada quien duerme en su cuarto y cada cuarto tiene puertas, en una casa pobre lo que se sostiene es la farsa. Y como sea, yo siempre me pregunto: ¿Para qué chingaos quiere la clase media sostener una pendejada como el Día de Reyes?...
...y así va nuestro país, nuestra cultura. Todos vemos y sabemos lo que hacen los grandes; y viéndo cómo estamos educados, nuestra reacción es solo atinar a callarnos o hacernos cómplices. Ver cómo sacamos más, haciéndonos cómplices del autoengaño generalizado.
He dicho.
Por cierto... no todo el tiempo me tocaron los calzones Rinbros. La bicicleta Vagabundo sí me la compraron y la autopista no fue Scalextric pero sí tuve una, al final sí le compraron una Scalextric a mis carnales más chicos. Fue una etapa en que mi padre y sus compadres decidieron fundar una cooperativa mueblera, y antes de que la quebraran, gracias a un socio español y a la ingenuidad de los mexicanos, para variar, hubo una etapa de bonanza donde me tocaron buenos regalos de reyes. Pero para entonces, yo ya sabía que para obtener mi tajada tenía que colaborar y sostener las mentiras de mis papás. De todas maneras, me querían tanto que la calidad de los regalos no dependía de que yo me portara bien, sino de que nos lleváramos bien, que es distinto.
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