sábado, 6 de octubre de 2007

Vanitas... adelanto de Día de Muertos.

Vanidad de vanidades, dijo el Predicador;
vanidad de vanidades, todo es vanidad.


En el arte barroco hay una vertiente harto interesante: las vanitas.

Un género pictórico y escultórico muy muy chido que adoptaron sobre todo los pintores holandeses en el siglo XVII, o séase que es arte barroco. En España también se desarrolló, pero no sé por qué chingaos no encontré imágenes en internet. Las vanitas son piezas artísticas cuyo tema es plasmar un recordatorio de lo fugaz y vana que es la vida, es un tema que se emparenta con los memento mori, las danzas macabras y las ars moriendi... a'i dice todo en el artículo de la Wikipedia, de hecho como que me la estoy planchando. Le sigo con el planchazo (La Maestra Cuquita Pistolera me reprobaría, jo'er).

En esta vanitas que está en Francia, está un tal René de Chalion que murió en batalla, ofreciéndole su corazón a Dios, y de paso recordándole a todo transeúnte que ESO es más importante que esta pinche envoltura corruptible que es el cuerpo. Desde luego, su premiesote vendrá ahora que ya está muerto... jojoy! La crítica a esta actitud de la cultura cristiana donde el sentido de la vida se coloca "fuera de la vida" la hizo Nietzche en El Anticristo.

Aquí hay un artículo de un Maestro Marcelo Jurisich que habla sobre esta onda del drama barroco y ese sentimiento de melancolía que tanto gustan remedar los darketos. Pero antes de que lo lean, le sigo yo:

En España se desarrolla esta sensación de vanalidad de la vida, pero sobre todo a través de la poesía y la literatura. Se desarrollan sentimientos de profundo pesimismo, de un fatalismo que lleva a creer que nada es susceptible de cambio, un constante desengaño de la vida y de la valía humana, y una total pérdida de los ideales que curiosamente forjaron eso que llamamos "modernidad", es decir: el espíritu barroco, tal como nos ha sido inculcado, nos despoja de TODO el instrumental anímico para forjar una sociedad moderna: no confiamos en el hombre ni en sus instituciones, y al final, tampoco nos comprometemos con su posible cambio, pues no creemos en el cambio... sí, sí, ya sé que dirán que "sí-se-puede-sí-se-puede", pero yo mas bien creo que al final "no-se-pudo-no-se-pudo". El cambio es una especie de gracia que de llegar llegará de la mano de "Dios", de "El Rayito de Esperanza", o de algún líder (crístico) carismático y mamón y no del trabajo, la organización y el esfuerzo humanos, pues el humano es una basura, es corruptible: "Es decir, hay fe en la religión pero no hay razón para la vida"(1)... desde luego, para un sistema de pensamiento como éste, el acabar desencantándonos de "Dios" o de "El rayito de Esperanza", o del "IFE" es lo ideal, lo mejor que puede suceder para "una sociedad que ha perdido la idea de progreso"(1), o que está en vías de perderla totalmente para que esta sociedad no se responsabilice de su propia Historia.

¿Y qué quedará al final ante esta visión de la vida?...

La fiesta.

Síii, sí, sí... pos me dirán lo que quieran, que si muy pinche dividida, que si fue protesta, que si la mamada, pero fue pachanga al fin... ¿o qué, de veras pasó algo?, ¿en algo afectó el performance a lo que está sucediendo alrededor? Fue fiesta, fue fiesta... hubo una bronquilla y ya, nada más... ¡ah, chamaquines!... los mítines y manifestaciones son estrategias barrocas... pero en fin, síganle leyendo. Si le explico bien ya verán por qué lo digo.


En algún momento dije en este bluff, digo: en este blog, y si no lo dije lo digo ahorita:

Para que se empiece a generar una ruptura de nuestros círculos viciosos que nos llevan irremediablemente a perdernos como propuesta civilizatoria, es necesario buscar un sentido de trascendencia.

Una herramienta, una idea que nos dé el motor necesario para romper los vicios que nos hacen ver la vida como algo sin un significado trascendente y que no va más allá de sí misma, que nos hace ver la vida como algo que hay que "vivir en el momento" y para el momento, sin planificación a futuro, ni a medio ni a largo plazo...

Pero... ¿pos pa'qué?
Si al fin la vida no vale nada...



La idea de que la vida es intrascendente no se remite solo a José Alfredo Jiménez, es un esquema inculcado desde la colonia con toda su carga barroca venida de España, y reforzada por una miríada de pueblos y culturas atomizadas e irrumpidas por el proceso de Conquista. Tan de allá nos viene ese espíritu de intrascendencia que nos sirve de ejemplo que en las mismas fiestas de San Fermín, en Pamplona, la fiesta donde en el encierro "la vida no vale nada", culmina con toda la puta bola de vascos cantando... ¡El Rey!... ¡Tómela, barbón!... incluso hay vascos que creen que la canción es española, ignoro si hay alguna versión en vasco.



¿No les digo?
Si Dios nos cría y nosotros nos arrejuntamos.
Tales para cuales...


La pasión por las vanitas, nos impregna, nos seduce... al menos a mí, no sé a ustedes. Ese gusto por los cráneos se empata con la craneofilia azteca y reforzamos, por ambas herencias, nuestro amor por lo muerto, por lo inmóvil.


En inglés las vanitas también están en el género de naturaleza muerta, y se les llama también still life, vida detenida. Cuando la pareja muere o se va nos regodeamos en el recuerdo, no se nos ocurre buscar una pareja para el hoy pues la vida está aquí, sino que buscamos detener la vida. De la misma manera nuestros duelos a nivel personal, económico, social, mítico, etcétera, se prolongan al grado de convertir nuestra vida en una lista de agravios en lugar de buscar solución al esquema que nos hace "tropezar con la misma piedra", esa pinche piedrita que al final nos inculcará que nuestro "destino" es "rodar y rodar... llorar y llorar", esa froma de pensar que nos vicia en el movernos sin cambiar, en hacer que todo cambie para que todo siga igual... la chinga es que nos empeñamos en la inmovilidad barroca, pero a pesar nuestro: seguimos vivos. El ímpetu del movimiento es parte de nuestros remedos de los que rompieron con ese lastre y ahora envidiamos aunque tachemos de aburridos y fríos, pero no nace de nosotros. El sueño como una forma de muerte en vida, como la dispocisión de ser espectadores del mundo y no protagonistas, es una carga heredada de España.

con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

La vida es sueño, Calderón de la Barca

Pos sí, sueña Slim que es el hombre más rico del planeta y Felipe que es Presidente y Elba Ester que es Gordillo... ¿qué significarán sus vida si de todos modos se van a morir?...




¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

La vida es sueño, Calderón de la Barca

Un pensamiento muy ad-hoc para ellos, nosotros nos consolamos que se van a morir como cualquiera de nosotros, pero mientras nos morimos ya nos clavaron la ñonga... y ellos risa y risa...




En fin que ya con esta me despido, y con este post les doy changos sus mecotes, digo: sus mecates... y de paso les adelanto el Día de Muertos. Y si René de Changolión le ofreció su corazón a Dios, yo no me quedo atrás... ¡qué chingaos!

No es verdad que vivimos,
no es verdad que duramos en la tierra.
¡Yo tengo que dejar las bellas flores,

tengo que ir en busca del sitio del misterio!

Pero por breve tiempo,

hagamos nuestros los hermosos cantos.


Anónimo nahuatl de Chalco.




... o nuestros hermosos comics.
XD

Por cierto, el albur no es más que poesía barroca mexicana dura y pura, y si me apuran, las calaveritas y esas cosas son una sincretización de las vanitas barrocas.
Luego les cuento de eso...
:P

Izkerrikazko agur



No hay comentarios:

Publicar un comentario