domingo, 15 de junio de 2008

Más papista que el Papa

Hace unos días, en entrevista a El País, Carlos Slim declara:

Sería un error que Pemex y el país hicieran partícipes de la riqueza petrolera a otras empresas. Es una riqueza que está ahí, que hay que explotar, y para México debe ser una palanca de desarrollo. Es una tristeza que en años pasados no haya sido siempre así. Afortunadamente, el presidente Calderón contempla un fondo nacional de infraestructuras y grandes inversiones con esos recursos. No es problema de compartir la riqueza, sino de inversión activa en exploración y producción.

O sea... ¿cómo?
¿Sería un error que participen otras empresas pero hay que invertir?
Grupo Carso hace plataformas petroleras, lo dice el mismo Slim en la entrevista.
El mensaje de Slim me suena a: que no participen otras empresas, pero las mías sí.
Bueh... de Slim no extraña.

Luego, Calderón declara al mismo diario:

Yo no me considero de derechas.

¡Pa'su madre!

De pronto, los panistas, como los derechistas españoles, a los que ellos tienen como modelo, aceptan la muerte de las ideologías; dudan de la validez de la geometría política y se lanzan a calificarse como fuerza de “centro”, esto es, una especie capaz de adaptarse a las circunstancias sin atarse las manos o el pensamiento a una visión preconcebida. Por eso, cuando Felipe Calderón dice en España que lo suyo no es la “derecha”, no se desmarca de nadie, pues allí Aznar y Rajoy, derechistas reconocibles, son los postulantes de esa posición en el Partido Popular. Todos se dicen de “centro”; todos son humanistas y se dicen laicos, aunque esa afirmación pase por la reivindicación de los privilegios de la Iglesia católica que marca la pauta a seguir.

La frase es de Adolfo Sánchez Rebolledo.

Hay que reconocer que, al menos en México, los conservadores van muy adelante de los "progresistas".


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