martes, 5 de agosto de 2008

Comenzamos con una queja...

Alguna vez subí un post mostrando algunas ilustraciones.
Eran dos que acabaron posicionandose en una página doble:


Por ambas ilustraciones la revista QUO pagó 2,000 pesos. Y eso porque les discutí que no estaba enterado de que se iban a usar en una página doble. Solo querían pagar 1,200 pesos.

Cuando la gente ve que uno trabaja en revistas de este tipo piensa que uno debe cobrar buen dinero. Falso, como pueden ver. El Grupo Editorial Expansión paga por ilustración 800 pesos. Por una página 1,200 pesos, y por una página doble 1,400 pesos.

El Grupo Editorial Castillo, ahora Corporativo Castillo-McMillan, paga por ilustración 400 pesos, y por una página completa 800 pesos, si es un inicio de capítulo: 1,200.

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En alguna ocasión iba a trabajar haciendo guión para cine documental. Al entrevistarme con el realizador, el director pues, le pregunté sobre la posibilidad de ver el archivo documental. Me dijo que por cuestiones de derechos no se usarían. Pregunté si estábamos cortos de dinero. Me respondió que no, que el laboratorio patrocinador había aportado una "cantidad considerable". No se me quiso aclarar cuánto era "considerable" y sin estar enterado que yo era ilustrador, me pidió que no me preocupara por el material documental, que se buscaría un ilustrador y se le pagaría 250 pesos por ilustración. Un insulto.

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Lamentablemente así es. El ilustrador es el último en una cadena de decisiones en las cuales él ya no tiene mucho margen de maniobra para negociar. Cuando se le llama generalmente el tiempo y el dinero se ha repartido entre escritores, editores, diseñadores y al ilustrador se le ha dejado al final. Alguna vez pensé que esmerarme en tener un buen nivel y estilo me ayudaría a negociar mejor paga y mejor trato. Falso. Esas cosas no pasan aquí. Nuestra cultura no paga la calidad.

¡UGH!
¡Qué mamón me oí!

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Por otro lado las cosas no van a mejorar, corporativos como Televisa comenzaron a modificar sus políticas: Dan bonos de premio a los editores que logren reducir costos por concepto de colaboración. Y como Azcárraga es rol model para muchas corporaciones en el país no duden que el ejemplo cundirá. No faltará quién le entre el toro a pesar de todo: esquiroles no solo hay en los sindicatos charros. Como sea, los editores ya no estarán pensando en llevar la fiesta en paz con sus colaboradores; tendrá la mente puesta en su bonote de ahorro.

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Por otro lado, la conversión tecnológica hace sus estragos...

Es hora de emigrar de oficio, o de pensar seriamente en vivir sin los corporativos.

To be or not to be. That is the question.

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