Este pos estaba en un blog que iba a dedicar a mis queridas cantinas.
Pero como no le dí tampoco continuidad lo regreso a éste "cajón de sastre".
***
Pero como no le dí tampoco continuidad lo regreso a éste "cajón de sastre".
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No me gustan los antros, no los entiendo, me cae.
¿A qué chingaos va la gente ahí?
¿A pláticar?
La música es tan alta que no se puede. Es necesario desgañitarse, y si a eso le agregamos el cigarro, al final solo queda una afonía de la chingada.
¿A qué chingaos va la gente ahí?
¿A pláticar?
La música es tan alta que no se puede. Es necesario desgañitarse, y si a eso le agregamos el cigarro, al final solo queda una afonía de la chingada.
¿A bailar?
No hay pista. Y seamos honestos, la gente que va a un antro es porque no sabe bailar. No, no es que no les guste: NO SABE. Y es que cuando suena una rola movida comienzan a hacer cada pinche desfiguro, a hacer cuernitos con las manos, a tocar guitarras imaginarias y a gritar las rolas en un inglés que va del más malo al más engolado, lo que demuestra que a la raza antrera también le gusta mover el esqueleto al compás de una rola como todo mortal, nomás que no sabe cómo.
No hay pista. Y seamos honestos, la gente que va a un antro es porque no sabe bailar. No, no es que no les guste: NO SABE. Y es que cuando suena una rola movida comienzan a hacer cada pinche desfiguro, a hacer cuernitos con las manos, a tocar guitarras imaginarias y a gritar las rolas en un inglés que va del más malo al más engolado, lo que demuestra que a la raza antrera también le gusta mover el esqueleto al compás de una rola como todo mortal, nomás que no sabe cómo.
¿A lucirse?
La luz es tan mala que a veces no distingues ni con quién chingaos hablas. En un cabaret o un table, lo entiendo, las putas pueden ser tan feas que más vale que entre el alcohol y la penumbra dejes las cosas a la imaginación. Pero en un antro solo sirve para que andes tirando vasos a codazos.
¿A ligar?
Puede ser, pero no hay mucho margen de movimiento para un ruco regordete, pelón y pandroso. Por la manera de vestirse, creo que la gente que va a un antro rinde, ante todo, el culto a la belleza de moda. I'm sorry, no soy target de antro.
El antro, en todo caso, es un entorno que no logro descifrar.
En cambio la cantina es clara en su cometido:
Es para ponerse pedos
Unos un poco pedos, otros muy pedos, pero todos pedos. Es para ponerse a cotorrear en la barra, sentarse a la mesa solo o con los cuates y platicar, ver el futbol, jugar dominó o cubilete; nunca he visto a nadie jugando cartas, y no sé por qué, no sé si está prohibido, no hay tradición o simplemente a nadie se le ocurre. La cantina es para la chorcha, alburear con los meseros o el cantinero en caso de que sepan y se presten (sin albur), es para pelearse, ¿por qué no? quien no se haya peleado en una cantina es como el que fue a Canadá y no vió la nieve, y en el caso de que la comida del lugar esté rica, pues degustar la botana. Las cantinas tienen fama de contar con buenos cocineros. La botana es una tradición que solo he visto en México y que pienso no se debe abandonar.
Nunca me he seducido a nadie en una cantina, de hecho nunca he romanceado al calor del alcohol cantinero... quizá algun día encuentre una mujer con quien compartir los aires bohemios de las cantinas cochambrosas, que generalmente no les agrada, aunque en varias cantinas se puede ver a los ñores con sus amantes, las secres, y demás fauna femenina en relaciones clandestinas o semiclandestinas, pero solo en las cantinas de corte familiar se suele ver a parejas, generalmente en sábados y domingos, las parejas de los viernes suelen ser de amantes. Recientemente se ven cada día más mujeres en la cantina, cosa que agradezco infinitamente y espero que algún día logremos el relax entre géneros que hay, por ejemplo, en los bares europeos. En mis correrías cantineras mas bien me he hecho animal solitario, esporádicamente acompañado solo por algún amigo de mis más cercanos, si acaso.
Conozco antros gay, pero no cantinas gay. La cantina es un entorno tradicional, conservador, pero sobre todo, pertenece a una forma de vida que tuvo su etapa más vigorosa en la época del nacionalismo burgués mexicano, por ello es un entorno envejecido. Forma parte de un México que al parecer ya va desapareciendo y yo, como buen sobreviviente, no espero seguir sobreviviendo, así que no me da el menor empacho en dejarme llevar por su tufo decadente. De hecho, ese tufo me gusta.
Lo amo.
***
Y desde luego dejaría de ser yo si no recomiendo un puto libro. Para mí leer en las cantinas es lo mas chido. La botana, la cuba, el barullo alrededor haciendo una especie de "campana del silencio", la libreta de notas, y desde luego: un buen libro. En las cantinas me chuté todo José Revueltas, a Rulfo, a Usigli... ¡puta madre! Puro nacional... no, miento, también me aventé a Chejov y a Dostoievski, algo de Shakespeare, unas ediciones de Porrúa que me encontré en los libros viejos del tianguis de San Juan en Neza. Nunca compren en Donceles a menos que sea necesario, ahí sí saben lo que vale un libro y se la dejan a uno caer.
Y bien... el libro recomendado, que curiosamente me leí entre el metro y un par de cantinas es:
La luz es tan mala que a veces no distingues ni con quién chingaos hablas. En un cabaret o un table, lo entiendo, las putas pueden ser tan feas que más vale que entre el alcohol y la penumbra dejes las cosas a la imaginación. Pero en un antro solo sirve para que andes tirando vasos a codazos.
¿A ligar?
Puede ser, pero no hay mucho margen de movimiento para un ruco regordete, pelón y pandroso. Por la manera de vestirse, creo que la gente que va a un antro rinde, ante todo, el culto a la belleza de moda. I'm sorry, no soy target de antro.
El antro, en todo caso, es un entorno que no logro descifrar.
En cambio la cantina es clara en su cometido:
Es para ponerse pedos
Unos un poco pedos, otros muy pedos, pero todos pedos. Es para ponerse a cotorrear en la barra, sentarse a la mesa solo o con los cuates y platicar, ver el futbol, jugar dominó o cubilete; nunca he visto a nadie jugando cartas, y no sé por qué, no sé si está prohibido, no hay tradición o simplemente a nadie se le ocurre. La cantina es para la chorcha, alburear con los meseros o el cantinero en caso de que sepan y se presten (sin albur), es para pelearse, ¿por qué no? quien no se haya peleado en una cantina es como el que fue a Canadá y no vió la nieve, y en el caso de que la comida del lugar esté rica, pues degustar la botana. Las cantinas tienen fama de contar con buenos cocineros. La botana es una tradición que solo he visto en México y que pienso no se debe abandonar.
Nunca me he seducido a nadie en una cantina, de hecho nunca he romanceado al calor del alcohol cantinero... quizá algun día encuentre una mujer con quien compartir los aires bohemios de las cantinas cochambrosas, que generalmente no les agrada, aunque en varias cantinas se puede ver a los ñores con sus amantes, las secres, y demás fauna femenina en relaciones clandestinas o semiclandestinas, pero solo en las cantinas de corte familiar se suele ver a parejas, generalmente en sábados y domingos, las parejas de los viernes suelen ser de amantes. Recientemente se ven cada día más mujeres en la cantina, cosa que agradezco infinitamente y espero que algún día logremos el relax entre géneros que hay, por ejemplo, en los bares europeos. En mis correrías cantineras mas bien me he hecho animal solitario, esporádicamente acompañado solo por algún amigo de mis más cercanos, si acaso.
Conozco antros gay, pero no cantinas gay. La cantina es un entorno tradicional, conservador, pero sobre todo, pertenece a una forma de vida que tuvo su etapa más vigorosa en la época del nacionalismo burgués mexicano, por ello es un entorno envejecido. Forma parte de un México que al parecer ya va desapareciendo y yo, como buen sobreviviente, no espero seguir sobreviviendo, así que no me da el menor empacho en dejarme llevar por su tufo decadente. De hecho, ese tufo me gusta.
Lo amo.
***
Y desde luego dejaría de ser yo si no recomiendo un puto libro. Para mí leer en las cantinas es lo mas chido. La botana, la cuba, el barullo alrededor haciendo una especie de "campana del silencio", la libreta de notas, y desde luego: un buen libro. En las cantinas me chuté todo José Revueltas, a Rulfo, a Usigli... ¡puta madre! Puro nacional... no, miento, también me aventé a Chejov y a Dostoievski, algo de Shakespeare, unas ediciones de Porrúa que me encontré en los libros viejos del tianguis de San Juan en Neza. Nunca compren en Donceles a menos que sea necesario, ahí sí saben lo que vale un libro y se la dejan a uno caer.
Y bien... el libro recomendado, que curiosamente me leí entre el metro y un par de cantinas es:
Lugares de gozo, retozo, ahogo y desahogo en la Ciudad de México.
Cantinas, pulquerías, hoteles de rato, sitios de prostitución y cárceles.

Y pues bien, este librito es en buena medida la inspiración de los posts con el tag de cantinero nacional.
El autor, es desde luego, el Maestro Armando Jiménez, autor del clásico Picardía Mexicana.

Cantinas, pulquerías, hoteles de rato, sitios de prostitución y cárceles.

Y pues bien, este librito es en buena medida la inspiración de los posts con el tag de cantinero nacional.
El autor, es desde luego, el Maestro Armando Jiménez, autor del clásico Picardía Mexicana.

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